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¡ME LAVÓ LOS PIES!

En este día solemne Jesús toca lo profundo del hombre para hacer allí su obra, todos los hombres están allí representados en la mesa, un grupo de doce representa a todo el pueblo, esto debe entenderse como la participación de la humanidad entera, que es convocada por Jesús, para ser acogida por él mismo. En la primera parte de esta reflexión, contemplemos a Jesús en la experiencia de Pedro, para comprender el sentido de este acto profundo:


Juan, 13, 1-4: Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que llegaba la hora de pasar de este mundo al Padre, después de haber amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando el Diablo había sugerido a Judas Iscariote que lo entregara, sabiendo que todo lo había puesto el Padre en sus manos, que había salido de Dios y volvía a Dios, se levanta de la mesa, se quita el manto y tomando una toalla, se la ató a la cintura.




Una cena antes de la Pascua, es decir, antes del gran acontecimiento, será entonces parte de la preparación, Jesús quiere que todo esté dispuesto para el momento, sobre todo que “los suyos”, como lo expresa el evangelista Juan, estén dispuestos, es decir preparados.


Juan 13,5ss: Después echa agua en un recipiente y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba en la cintura. Llegó a Simón, Pedro, el cual le dice:

  • Señor, ¿tú me vas a lavar los pies?

  • Jesús respondió:

Lo que yo hago no lo entiendes ahora, más tarde lo entenderás.

  • Replica Pedro:

No me lavarás los pies jamás.


¿Qué sucede en Pedro cuando Jesús se acerca a lavarle los pies?


Posiblemente, Pedro considera este servicio “indigno de su Maestro” (León-Dufour); una humillación, al mismo tiempo: “La oposición ,tú a mí, subraya la distancia que lo separa de su Señor” (León-Dufour, 1995). Esta escena de alguna manera, al igual que otras del evangelio, delatan el ideal de Maestro para Pedro, la actitud de Jesús desconcierta a este apóstol, que quizá no esperaba que su Maestro asumiera el lugar de un esclavo, la tarea que hizo Jesús correspondía a los esclavos, para Pedro es inconcebible. Por una parte, su Maestro no podía ser un esclavo y por otra parte, el hecho de que Jesús fuera su Maestro y él su discípulo,a Pedro le representaba la imposibilidad de un contacto tan cercano.


Ante tal ideal de Pedro frente a Jesús, como Maestro:

  • Le respondió Jesús:

Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo. (Juan 13, 8b).


“Aparece de nuevo la oposición “yo/tú”, pero invertida; para Jesús se trata precisamente de colmar la distancia que le sigue separando del discípulo” (León-Dufour,1995).

La iniciativa de cortar esa distancia parte de Jesús, por ello la primera expresión “si no te lavo”, (yo). “Al tratarse del yo de Jesús, la palabra propone una pertenencia definitiva, una comunidad de vida con él. Con esto se ilumina el gesto: significa aquello por lo que el discípulo accederá a esta comunión” (León-Dufour, 1995).


Permitir que Jesús acorte distancias con nosotros, es un paso para hacer parte de la comunión con él, más aún, para hacernos parte de él, él quiere, pero nuestro consentimiento es indispensable.



En los primeros versículos del relato, se afirma que el Padre puso todo en manos de Jesús, en otra escena del evangelio Jesús dice: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre (Juan 14,9b)”, por lo tanto, el no tener parte con Jesús, también indica excluirse de Dios.


Juan 13, 9-11: - Le dice Simón Pedro:

Señor, si es así, no sólo los pies, sino las manos y la cabeza.

  • Le responde Jesús:

El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos.

Conocía al que lo iba a entregar y por eso dijo que no todos estaban limpios.


Pedro que no acaba de entender, exagera un poco al expresar su disposición, sin embargo, la respuesta de Jesús se refiere a una limpieza de otro tipo, Juan 15, 3: “Ustedes ya están limpios por la palabra que les he anunciado”. Se trata de esto:


Los discípulos se han adherido al proyecto de Jesús; por eso todos están limpios. Se excluye a Judas porque éste lo ha rechazado. La expresión «más que los pies» indica que si bien los discípulos se han adherido al proyecto de Jesús, la adhesión se va haciendo efectiva en la vida real. El discípulo puede caer en infracciones que no rompen la relación fundamental [pecados, no de muerte] (1 Jn 5,16.17). (Castro,2008)


¿De qué necesitaba ser lavado Pedro?


Solo es necesario lavarse los pies, dice el relato.

A pesar de recibir la palabra anunciada por Jesús y de adherirse a su proyecto, Pedro tenía realidades que necesitaban ser transformadas en el amor de Cristo, tal vez actitudes, sentimientos, pensamientos que nublaban la imagen de Cristo en él, e incluso su propio ideal de Maestro y Señor.

Pedro no acepta ver a su Señor y Maestro en la posición de esclavo, quizá le decepciona no verlo en un lugar de altura social, más que el hecho de que le lave los pies, es el ver a Jesús en el lugar de esclavo.


Fueron enviados

Juan 13, 12-17: Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo:

¿Comprenden lo que acabo de hacer?

Ustedes me llaman maestro y señor, y dicen bien. Pero si yo, que soy maestro y señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado ejemplo para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes. Les aseguro que el sirviente no es más que su señor, ni el enviado más que el que lo envía.

Serán felices si, sabiendo estas cosas las cumplen.


La palabra clave de este trozo del texto, que nos puede ayudar a interpretar es, “ejemplo”, en griego es hypódeigma:

Tiene una connotación claramente visual, la de figura, imagen, «tipo», modelo, y, no sólo la acepción de «ejemplo» (que seguir o no seguir) en el orden moral. Se deriva del verbo deíknymi, que significa «hacer ver, mostrar», y que tiene ordinariamente en Juan un valor teológico. Así, «el Padre muestra (al Hijo) todo lo que él mismo hace» (5, 20). A su vez, Jesús muestra a los discípulos lo que él hace. Y, lo mismo que el Hijo hace lo que ve hacer al Padre (5, 19), también Jesús pretende que los discípulos hagan lo que le han visto hacer a él. La mirada tiene en Juan una función importante: ver es quedarse sorprendido por una presencia, es contemplar en profundidad. (León-Dufour, 1995).


Después de presenciar el acto de Jesús, los discípulos son enviados a contemplar a Jesús en los otros, a través del amor que sirve y se entrega; por lo tanto, se deja a un lado una relación de jerarquías, para vivir la relación entre hermanos, en la cual, Jesús se hizo el primero de todos los hermanos, se invita a renunciar a todo deseo de poder, para amarse unos a otros de la misma manera:

“Al obrar de esta manera, os concedo que vosotros podáis obrar lo mismo que yo”. (León-Dufour, 1995). Se trata de hacer propio este estilo de vida, el cual se convierte en bienaventuranza: “Serán felices si, sabiendo estas cosas las cumplen (Juan 13, 17)”. Fueron enviados a ser dichosos, bienaventurados, felices en el camino del amor.




Desde una perspectiva netamente espiritual, en esta segunda parte ahondemos en el misterio de una manera más libre; es decir, sin quedarnos en la rigurosidad teológica, para encontrarle un sentido más experiencial a este acto y contemplar allí a Jesús en nosotros y en nuestros hermanos:


¡Me lavó los pies!

Jesús se inclinó a mis necesidades, se hizo mi esclavo para acogerme y atenderme, Jesús se inclinó a mis pies para dignificarme, y con ello darme la entrada en su Pascua, preparó mi interior para seguir sus pasos, me hizo digno para servir al pueblo.

“Los pies por definición biológica y anatómica, son la extremidad o sección terminal de las extremidades inferiores (piernas) que soportan el peso del cuerpo y que permiten la locomoción y la retromoción (desplazamiento del cuerpo). (Lemus, 2022).

Es propio de la naturaleza biológica, que los pies experimenten cansancio por el peso del camino, el trabajo y así mismo, con el tiempo su apariencia sea de desgaste, hasta en ellos algunas veces, pueden detectarse signos de algunas enfermedades.


Si llevamos esta realidad a una analogía espiritual, los pies simbolizan el medio a través del cual seguimos a Cristo, “el discipulado”, los pies espirituales son todo aquello que disponemos para llevar la Buena Nueva, nuestra determinación de ir al encuentro de los otros, el movimiento que generamos interior y exteriormente para sostener nuestra vida espiritual, la participación en los sacramentos, en la vida comunitaria, en la caridad, los actos de oración, los procesos de formación que se vuelven camino, el proyecto de vida, etc.


A nivel espiritual, esta dinámica también puede caer en el cansancio, en el desgaste, la acedia, incluso nuestros pecados y/o fallas afectan nuestros movimientos y acciones, y podemos atrevernos a hablar de patologías espirituales en este sentido.


Precisamente aquí, es desde donde nosotros nos reconocemos en Pedro, necesitados de ese toque transformador y renovador de Jesús. En base a esta analogía, tú: ¿de qué necesitas ser lavado hoy por Jesús?

De la oración que no es sincera, de la indiferencia con mi hermano, de la poca entrega, del cansancio espiritual, de la acedia en el servicio, en la oración, de la falta de disposición en los sacramentos la vida comunitaria, de la soberbia, de mis actitudes en las relaciones personales, familiares, laborales, etc.


Me lava los pies para sanarme y reconciliarme


Jesús lava mi cansancio, mi desgaste, mi enfermedad espiritual, emocional y física para ser transformado en su amor, para entrar en su Pascua, me hace digno de vivir el gran banquete. Jesús lava mis pies para entrar en intimidad conmigo.


Jesús se acerca y establece un contacto conmigo, rompiendo todo distanciamiento para lavar y sanar mis heridas, aquellas que solo él conoce. se hace mi esclavo para hacerme libre, para que me sienta amado, Jesús se inclina hoy ante mis necesidades, porque las conoce, viene al encuentro de ellas a tender su mano y a conducirme por las sendas hacia dónde debe caminar un hijo de Dios.


Me lava los pies para enviarme


Pero también Jesús a través de mi, lava los pies de su pueblo, se vale de mí mismo para inclinarse hacia la humanidad y atender sus necesidades espirituales, materiales, sociales, él quiere dignificar a su pueblo para que entre en su Pascua, en este lavatorio me envía a mi, a lavar los pies de la humanidad sufriente, me envía al que necesita mi escucha, mi abrazo, mi compañía, al que necesita una mano solidaria, me envía a amar hasta el extremo de entregar mi vida por los otros.


En el contacto íntimo con Jesús, yo estoy en su mesa al servicio de la humanidad; por eso a Jesús en mi oración, presento las necesidades del pueblo y este acto se convierte así, en un momento de intercesión.


Juan 13, 20: Les aseguro: quien reciba al que yo envíe me recibe a mí, y quien me recibe a mí recibe al que me envió. “Desde esta afirmación podemos decir que el que lava los pies de los discípulos es el Padre a través de Jesús; el misterio de Dios o, mejor, Dios mismo al servicio del hombre”. (Castro, 2001).


El Padre en Jesús se sigue haciendo presente hoy, a todos los hombres a través de nuestro servicio y por nuestra oración somos posibilidad de Dios para nuestros hermanos, de la misma manera que otros han sido posibilidad de Dios para nosotros.


Hoy queremos invitarte a reconocer, los momentos en que Dios ha estado a tu servicio y ofrece una acción de gracias por su acogida, su sanación, su perdón, por atender a tus necesidades de cualquier tipo (espiritual, material, etc), agradece ese contacto íntimo y privilegiado que él ha tenido contigo, agradece también la confianza que ha depositado en tí, al enviarte a contemplarle profundamente en las necesidades de sus hijos, al hacerte su portavoz, sus oídos, su mano caritativa, sus brazos acogedores, su compañía, etc. Comprométete con el envío que especialmente en este día, te hace a ti y cierra tu oración con esta canción:




Referencias:


  • León-Dufour, X. 1995. Lectura del Evangelio de Juan. Vol III. Ed. Sígueme: Salamanca.

  • Castro, S. 2008. Evangelio de Juan. Comentarios a la Nueva Biblia de Jerusalén. Ed. Desclée De Brouwer: Bilbao

  • Castro, S. 2001. Evangelio de Juan. Comprensión Exegético-Existencial. Tercera edición. Ed. Universidad Pontificia Comillas: Sevilla.

  • Lemus, E. 2022. Anatomía del pie: Partes, funciones y más. Recuperado de: https://miprotesisdepierna.mx/blog/anatomia-del-pie/




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