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La Palabra en la Regla del Carmelo

Pasó agosto, el mes por excelencia muy carmelitano, pero especialmente en nuestra familia de Estepre.

Muchos acontecimientos importantes nos unían a todos, desde los diferentes puntos cardinales del planeta, entre ellos:

  • Las últimas clases del curso: "La noche oscura, una oportunidad para crecer".

  • El Congreso de Santa Teresa del Niño Jesús y la Santa Faz, la "Confianza que conduce a l Amor", desde El Salvador.

  • La fiesta de Santa Teresa Benedicta de la Cruz - 9 de agosto.

  • Solemnidad de la Asunción de María - 15 de agosto.

  • Aniversario de la Fundación del Carmelo de san José en Ávila - 24 de agosto.

  • Memoria de Santa María de Jesús Crucificado - 25 de agosto.

  • Transverberación del corazón de Santa Teresa de Jesús - 26 de agosto.

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Llega septiembre, y la "Palabra de Dios", hecha vida en el corazón de los creyentes cristianos, ocupa un lugar especial durante todo el mes. Sabemos que la Sagrada Escritura, expresada desde el lenguaje humano, es la manifestación diaria de Dios en la celebración de la Liturgia, en nuestras lecturas espirituales y meditaciones.


"La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la Palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la sagrada Liturgia. Siempre las ha considerado y considera, juntamente con la sagrada Tradición, como la regla suprema de su fe". (Dei Verbum, 21)


Otra palabra, llamada "Regla", que durante ocho siglos ha dado vida a tantos hombres y mujeres que se han reunido para vivir en comunidad, "en obsequio de Jesucristo, sirviéndole lealmente con corazón puro y buena conciencia" (Regla, 2), nos recuerda en este mes de septiembre a un hombre santo, que fue patriarca de Jerusalén en el siglo XIII, San Alberto, que entre los años 1206 y 1214 dio la Regla a los primeros hermanos del Monte Carmelo.


Nuestra regla es la "Palabra" legislativa y espiritual, posee una riqueza que nos ilumina la vida, nos ayuda a renovar nuestro ideal contemplativo, "que abarca la vuelta continua a las fuentes de toda vida cristiana y a la inspiración primigenia de los institutos de vida consagrada, adaptándolos a las condiciones cambiantes de los tiempos". (Perfectae Caritatis, 2)

San Alberto, escribió nuestra Regla hace ocho siglos, a un grupo de ermitaños del Monte Carmelo. Hoy estamos diseminados por todo el planeta.
San Alberto, escribió nuestra Regla hace ocho siglos, a un grupo de ermitaños del Monte Carmelo. Hoy estamos diseminados por todo el planeta.

Celebramos hoy a San Alberto, un hombre, que no veía en aquellos años la envergadura de un texto, que escribió desde una perspectiva evangélica y existencial. En el transcurrir de ocho siglos, su palabra, "nuestra Regla", ha sido el eje del seguimiento de Cristo de una multitud de hermanos y hermanas que han consagrado su vida por medio de un proyecto común, creando unos vínculos de fraternidad, como camino de santidad.


La "Palabra" en esta palabra


Nuestra Regla tiene una referencia bíblica, se abre al estilo de las cartas de San Pablo, el santo se presenta a sí mismo: "Alberto, llamado a ser Patriarca de la Iglesia de Jerusalén por la gracia de Dios". A partir de ahí, nombra a los destinatarios: "...a los amados hijos en Cristo..." (Regla, 1)


Comparamos con la carta a los Romanos: "Pablo, siervo de Cristo, apóstol por un llamado de Dios, escogido para proclamar el Evangelio". (Rm. 1, 1) Luego los destinatarios: "Me ha enviado al mundo de los paganos, al que pertenecen también ustedes, los de Roma" (Rm. 1, 6)


La carta de Dios a nuestra Orden, que nos ha escrito por medio de un Patriarca de la Iglesia y que se visualiza a través de la historia, como testimonio de amor ante los demás, para que ellos puedan ver lo que Dios escribe en nosotros.

Dios escribe en todas las épocas y lugares, su propia historia divina en cada uno de nosotros.
Dios escribe en todas las épocas y lugares, su propia historia divina en cada uno de nosotros.

Nuestra Regla no fue escrita por un hermano Carmelita, es un don eclesial en una época en que había muchas formas de vida mendicante, unas eran eremíticas, otras urbanas; monaquismo urbano. Eran laicos que llevaban una vida de retiro, austeridad, silencio y oración. Se gobernaban a sí mismos, aunque algunos vivía bajo obediencia a un superior, y este es el caso de nuestros hermanos del Monte Carmelo en los comienzos del siglo XIII. Ellos aprendieron a leer y vivir la Regla desde el concepto de comunión, "koinonía".


Aquellos ermitaños eran en su origen cruzados, hombres de guerra, luchadores, que buscaron dejar las armas, viviendo en comunidad, bajo la guía de un superior.

Eligieron para establecerse, el Monte Carmelo, que es una cordillera de unos 30 Km, donde está la fuente de Elías.


Todo sigue igual en el lugar hoy, las personas que lo visitan se sienten llamadas a vivir el encuentro con el Dios vivo, encuentran este tesoro, esta preciosa margarita de que habla santa Teresa en las quintas Moradas, "porque este fue nuestro principio, de esta casta venimos, de aquellos santos padres nuestros del Monte Carmelo". (Quintas Moradas 1, 2)

San Alberto y Santa Teresa nos impulsan a los mayores dones y gracias que Dios quiere darnos para subir al monte de la perfección. Lo mismo Juan de la Cruz, que nos muestra el proceso espiritual como una subida por medio de un camino de transformación interior.


Vamos por ese camino de transformación interior. Cada día Dios abre puertas, y nos regala su gracia.
Vamos por ese camino de transformación interior. Cada día Dios abre puertas, y nos regala su gracia.

Fondo Bíblico


Veamos tres textos del Nuevo Testamento:

  • Hb. 1, 1 - En muchas ocasiones y de muchas maneras, Dios habló a nuestros padres por medio de los profetas.

  • 2 Co. 10, 5 - Deshacemos sofismas y toda altanería que se subleva contra el conocimiento de Dios y reducimos a cautiverio todo entendimiento, para obediencia de Cristo.

  • 1 Tm. 1, 5 - El fin de este mandato es la caridad que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera.


Veamos ahora el número 2 de la Regla:

"En distintas ocasiones y de muchas maneras los Santos Padres dejaron establecido el modo como cada uno (sea cual fuere su estado o el género de vida religiosa que abrazó) ha de vivir en obsequio de Jesucristo, sirviéndole lealmente con corazón puro y buena conciencia".


En el Antiguo Testamento Dios habló muchas veces, se ha manifestado de muchas maneras; en sueños, en una aparición, en un burro que habla. En el Nuevo Testamento, todo está dicho en Cristo. Y aquí en nuestra Regla hay una trasposición única, San Alberto nos sitúa en esa forma de vida, dentro de la novedad del Evangelio.


Nuestra Regla nos lleva a encarnar en el mundo a Dios, nosotros tenemos que expresar lo que hemos recibido. Esto es lo que dice Alberto a los primeros monjes y a nosotros, tenemos que hablar con nuestro estilo de vida, nuestros comportamientos y acciones. Somos herederos de una tradición bíblica. Alberto introduce a los monjes a una historia de salvación de Dios. ¿Qué significa eso hoy para nosotros? Que nuestra vida debe ser capaz de trasmitir el signo visible de Cristo, hoy.


Nosotros tenemos que expresar con nuestra vida lo que hemos recibido.
Nosotros tenemos que expresar con nuestra vida lo que hemos recibido.

Repensando la carta a los Hebreos, Alberto nos está situando en un camino nuevo, ser reflejo de Cristo en el mundo. Y en la segunda carta a los Corintios, nos hace conscientes de que formamos parte de una tradición, y nuestro fundamento último es vivir en obsequio de Jesucristo. Y con la primera carta a Timoteo, nos está recordando que debemos hacerlo con un corazón limpio y recta conciencia.


Conclusión


Todo el texto de nuestra Regla está basado en la Palabra, en este artículo es imposible abarcar todas las citas bíblicas, eso da para un estudio.

Lo importante hoy es agradecer a San Alberto, que nos ofrece un camino, que es orientar la vida desde el inicio hacia Jesucristo, nos invita a vivir el encuentro con Él, nos lo presenta como el absoluto de nuestra existencia. San Alberto lleva nuestra vida al encuentro con la Palabra, cita la Sagrada Escritura con muchos textos, nos la presenta, no como doctrina, sino como una experiencia.

En comunidad vivimos la Palabra, sin ella no se puede vivir en obsequio de Jesucristo, es nuestro quehacer diario, nos ilumina, nos orienta también hacia la senda de la transformación interior, esto es abnegación evangélica.


Referencias:


Apuntes de mis ejercicios espirituales del año 2015.

Predicador: Padre Cipriano Sánchez-Carmelita Descalzo de San Joaquín de Navarra España.

1 comentario


Tara Doridy
Tara Doridy
hace 13 horas

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