Al final de las Moradas, desde la más alta cumbre de la experiencia humano-espiritual, Teresa de Jesús nos lanza esta pregunta: ¿Sabéis qué es ser espirituales de veras? Hoy 15 de Octubre, día en que recordamos a nuestra madre fundadora y compañera de camino, es justo que, de forma muy sincera, nos planteemos esa pregunta.
En la actualidad son muchas las corrientes que pueden influir en nuestra vida, en nuestra manera de pensar, de relacionarnos y de concebir la realidad. Nuestra forma de relacionarnos con Dios también puede ser influenciada por distintas posturas, imágenes y estructuras rígidas que rompen con la libertad verdadera del Evangelio: el amor.
Se vuelve indispensable, hoy más que nunca, que desde nuestra experiencia de Dios, sepamos responder a las exigencias de la realidad y esto no lo lograremos si nos somos “espirituales de veras”.
Es necesario que profundicemos, de forma sucinta, en la respuesta que la santa nos ofrece. Pues el mejor homenaje que podemos darle en su día es hacer vida su mensaje.
“¿Sabéis qué es ser espirituales de veras? Hacerse esclavos de Dios, a quien, señalados con su hierro que es el de la cruz, porque ya ellos le han dado su libertad, los pueda vender por esclavos de todo el mundo, como Él lo fue”.
Vamos por partes.
1. “Hacerse esclavos de Dios”
Desde el inicio la santa nos sorprende con sus palabras: “esclavos de Dios”. “Esclavitud” es una palabra bastante fuerte y su connotación es del todo negativa en nuestros contexto ¿Quién querría ser esclavo?. Ordinariamente todos luchamos por vencer nuestras esclavitudes (la esclavitud del dinero, del egoísmo, del mercado, del sistema socio-político, etc.), sin embargo Teresa nos invita a ser esclavos, y esto probablemente no nos gusta.
Ser esclavos de Dios no es otra cosa que rendir la voluntad a Aquel que nos quiere dar la plena Libertad. Ser esclavo de Dios no puede entenderse como la inmadurez de aquellos que no son capaces de decidir por sí mismos, de pensar, de abrirse al diálogo. La Virgen María nos enseña qué significa ser “esclavos del Señor”, ella es la mujer capaz interrogar y dialogar con el ángel para así, comprendiendo el mensaje, asumir con toda su voluntad y responsabilidad el proyecto de Dios para su vida. Y una vez asumido, lo hace suyo para siempre, con “determinada determinación”, esto es ser esclavos de Dios.
2. “Señalados con su hierro que es el de la cruz”
Teresa de Jesús ha conocido el sufrimiento, lo ha experimentado en su propia carne. Desde la infancia perdió a su madre y experimentó fuertes enfermedades, fue calumniada, perseguida, rechazada. Ella realmente sabe lo que significa “ser señalados con la cruz”.
Para Teresa de Jesús, la cruz no es un adorno más, como muchas veces nos sucede a nosotros -andamos buscando el crucifijo más detallado, el mejor pintado, el más caro-. La cruz es el inicio del itinerario espiritual, a quienes están empezando la lucha de las segundas moradas les pide con mucha firmeza: “abrazaos con la cruz que vuestro Esposo llevó sobre sí y entended que ésta ha de ser vuestra empresa”. Esta es nuestra empresa, es el sello con el que debemos ser marcados.
Esta cruz no es el sufrimiento buscado o auto-infligido que hace crecer antes la soberbia que la virtud. La cruz siempre está ahí -en el rostro triste del niño maltratado, en la fría noche del hambriento indigente, en la solitaria tarde del anciano abandonado, en el frío lecho de enfermo angustiado- aunque no siempre nos dejamos señalar por ella.
3. “esclavos de todo el mundo”
Ser esclavos de Dios es ser esclavos de la humanidad, siervos de todos aquellos que son nuestros hermanos y hermanas de camino. El verdadero espiritual es aquel que está dispuesto a vivir para servir porque para eso es la oración para “que nazcan siempre obras, obras” (7 M 4,6). Este es uno de los axiomas fundamentales de nuestra santa.
Es necesario resaltar la universalidad del corazón espiritual. El verdadero espiritual nunca puede cerrarse a un grupo, a una cultura, a una lengua, a una ideología. El verdadero espiritual, el discípulo de Jesús, es enviado a todo el mundo. Para esto es necesario dejar de percibir al “otro”, a aquel que piensa distinto, como amenaza. Por eso el gran valor de la invitación del papa Francisco a construir puentes. La santidad verdadera es diálogo que brota del amor y de la misericordia; del reconocer que todos estamos en camino hacia la misma meta.
4. “como Él lo fue”
Jesús es siempre el “amigo”, el maestro, el compañero de camino. Nuestra vida no es nada sin Él, sin su humanidad, tan preciada por Teresa. En la vida cristiana el itinerario espiritual es siempre una profundización en la relación con Él, un conocerle mejor y amarle más. Es en esta relación que la persona aprende a ser como Él. Desde su identidad actúa como Él, asume sus valores, sus sentimientos, sus deseos y anhelos. Y al final comparte su suerte.
Ser espiritual es dejarse habitar por Dios, experimentar su presencia en lo más profundo del alma. Él es el huésped de nuestro interior, y desde ahí es como una llama que ilumina, resplandece y da calor. Pero también somos sus huéspedes y en Él somos transformados, así como la mariposa de las quintas moradas, sólo en Él nacemos de nuevo, para volar más alto.
Después de todo esto sólo cabe una pregunta: ¿Somos espirituales de veras?
Que Teresa de Jesús, nuestra madre y guía en el Carmelo, interceda por nosotros para que luchemos siempre por ser “espirituales de veras”: Esclavos de Dios y del mundo, señalados con el hierro de la cruz.
Feliz Solemnidad para todos y todas.
Gracias Fray Berny por compartir tan hermoso estudio