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La Natividad de la Virgen María, nuestra historia, libertad y esperanza

Hoy celebramos en la Iglesia la natividad de la Santísima Virgen María, una fiesta que alegra la vida de los creyentes.


El nacimiento de la Virgen María nos invita a mirar el pasado con gratitud, el presente como hijos que gozan de libertad y el futuro con esperanza.






Agradecer la historia:


María conocía las Escrituras y por ende la historia de salvación, es decir, la acción de Dios en favor de los hombres, desde los primeros padres y por eso la oración de María está basada en los textos del Antiguo Testamento, podemos verificarlo en la misma alabanza que ella proclama en el magníficat. Además la historia anuncia la vida y vocación de María y a su vez la Escritura la ratifica:


Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó los llamó; a los que llamó los justificó, los glorificó. Rom 8,28-30


El Papa Benedicto XVI hace eco de esta lectura: “Así, una vez más, podemos contemplar el lugar que ocupa María en el plan salvífico de Dios. Aquí, el apóstol san Pablo, en dos versículos de notable densidad, expresa la síntesis de lo que es la existencia humana desde un punto de vista meta-histórico: una parábola de salvación que parte de Dios y vuelve de nuevo a él; una parábola totalmente impulsada y gobernada por su amor”. (Homilía septiembre 7 de 2008).


María es la amada de Dios, llamada, escogida, preservada y por qué no, imagen también de su Hijo. Predestinada para corresponder al plan de salvación de Dios. Sigue diciendo Benedicto: “Se trata de un plan salvífico completamente penetrado por la libertad divina, la cual, sin embargo, espera que la libertad humana dé una contribución fundamental: la correspondencia de la criatura al amor de su Creador. Y aquí, en este espacio de la libertad humana, percibimos la presencia de la Virgen María, aunque no se la nombre explícitamente. En efecto, ella es, en Cristo, la primicia y el modelo de "los que aman a Dios" (Rm 8, 28).


Dicho plan no se realizó instantáneamente, tuvo su proceso y su tiempo, en circunstancias contracorriente muchas veces, precisamente sobre este caminar, la celebración de hoy nos trae una enseñanza acerca de la importancia de la historia:


Para los cristianos mirar la historia es descubrir su sentido en perspectiva de salvación, comprender que el origen y proceso de dicha salvación, es también un espejo para volver sobre nuestra historia personal y reconocer como Dios ha caminado en ella siempre a favor nuestro.

Celebrar el nacimiento de María es agradecer la historia de salvación que nos precede y que fue pensada por Dios para nosotros.

Vivir el presente como hijos libres

El nacimiento de María es origen y de alguna manera principio para la encarnación del Verbo, la historia da un giro para la humanidad, que trae consigo una liberación. San Andrés de Creta (Padre de la Iglesia del año 650 d.C), lo describe así:


Convenía, pues, que esta fulgurante y sorprendente venida de Dios a los hombres, fuera precedida de algún hecho que nos preparara a recibir con gozo el gran don de la salvación. Y éste es el significado de la fiesta que hoy celebramos, ya que el nacimiento de la Madre de Dios es el exordio de todo este cúmulo de bienes, exordio que hallará su término y complemento en la unión del Verbo con la carne que le estaba destinada. El día de hoy nació la Virgen; es luego amamantada y se va desarrollando; y es preparada para ser la Madre de Dios, rey de todos los siglos.


Un doble beneficio nos aporta este hecho: nos conduce a la verdad y nos libera de una manera de vivir sujeta a la esclavitud de la letra de la ley. ¿De qué modo tiene lugar esto? Por el hecho de que la sombra se retira ante la llegada de la luz, y la gracia sustituye a la letra de la ley por la libertad del espíritu. Precisamente la solemnidad de hoy representa el tránsito de un régimen al otro, en cuanto que convierte en realidad lo que no era más que símbolo y figura, sustituyendo lo antiguo por lo nuevo. (Sermón sobre la Natividad de María).


Los hijos no viven como esclavos, viven como hombres y mujeres libres, se trata de una actitud ante la ley, un estilo de vida, también es una actitud frente a las circunstancias. María vivió en libertad, en libertad aceptó el proyecto de Dios, en libertad asumió lo que conllevaba y su libertad la expresó acogiendo en su corazón y en sus entrañas la Palabra de Dios, al Verbo encarnado, guardando en su corazón el misterio inefable, confiando en Dios y haciendo silencio ante lo inexplicable y difícil de las circunstancias.


De ella, aprendemos a vivir el presente como hijos del mismo Dios, en libertad, acogiendo la Palabra hecha carne, guardando en el corazón, confiando y esperando en silencio en toda circunstancia, con la consciencia de que no somos esclavos, sino libres, gracias a Cristo, que a través de María vino a nosotros.

Mirar hacia el futuro con esperanza

Creer en las promesas de Dios es la invitación de los profetas y del mismo Cristo, sin embargo no es algo fácil para muchas personas, María ha sido reconocida por la Iglesia como modelo de fe. Ella creyó desde niña en las promesas anunciadas por los profetas y conocer estas promesas llenó de gozo su corazón, por ello también hace mención en su alabanza de las promesas de Dios:


Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.


Auxilia a Israel su siervo,

acordándose de la misericordia

como lo había prometido a nuestros padres

en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. (Lc 1, 51-55).


El nacimiento de María es parte del cumplimiento de las promesas de Dios:

“Esta festividad mariana es toda ella una invitación a la alegría, precisamente porque con el nacimiento de María Santísima, Dios daba al mundo como la garantía concreta de que la salvación era ya inminente: la humanidad que, desde milenios, en forma más o menos consciente, había esperado algo o alguien que la pudiese liberar del dolor, del mal, de la angustia, de la desesperación, y que dentro del Pueblo elegido había encontrado, especialmente en los Profetas, a los portavoces de la Palabra de Dios, confortante y consoladora, podía mirar finalmente, conmovida y emocionada, a María "Niña", que era el punto de convergencia y de llegada de un conjunto de promesas divinas, que resonaban misteriosamente en el corazón mismo de la historia.

Precisamente esta Niña, todavía pequeña y frágil, es la "Mujer" del primer anuncio de la redención futura.” (Juan Pablo II, 1980).





Contemplar a la Niña María es vislumbrar un futuro de esperanza, aun para nuestro tiempo, es garantía de ver en nuestras vidas la realización de las promesas de Dios, un pueblo esperó siglos la llegada del Mesías, nosotros hoy lo reconocemos y adoramos, con su presencia entre nosotros, es mayor la garantía de la acción de Dios en nuestro favor. María también supo vivir en esperanza y ella no quedó defraudada.


Te invitamos a orar con el himno de las Laudes de este día (Tomado de la liturgia de las horas):


Hoy nace una clara estrella,

tan divina y celestial,

que, con ser estrella, es tal,

que el mismo Sol nace de ella.


De Ana y de Joaquín, oriente

de aquella estrella divina,

sale su luz clara y digna

de ser pura eternamente:

el alba más clara y bella

no le puede ser igual,

que, con ser estrella, es tal,

que el mismo Sol nace de ella.


No le iguala lumbre alguna

de cuantas bordan el cielo,

porque es el humilde suelo

de sus pies la blanca luna:

nace en el suelo tan bella

y con luz tan celestial,

que, con ser estrella, es tal,

que el mismo Sol nace de ella.


Referencias


Benedicto XVI. Homilía Visita Pastoral a Cágliari. Celebración Eucarística en el Atrio del Santuario de Nuestra Señora de Bonaria. Domingo 7 de Septiembre de 2008.


Juan Pablo II. Homilía Visita Pastoral a Frascati. Lunes 08 de Septiembre de 1980.





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