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La hermosura del ser humano

Fr. José Arteaga OCD jfarteaga25@gmail.com

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En la doctrina teresiana todo gira en torno a Dios, y una de las características que Teresa gusta resaltar de Él, es que siempre está dispuesto a entregarse. El destinatario de esta entrega es el ser humano; de aquí que la Santa, además de conocer el misterio de Dios, ha podido conocer a profundidad, el misterio del ser humano, desde Dios.

A la luz de Dios, Teresa irá tomando consciencia de la dignidad del hombre, y lo expresa con estas palabras: “Pues hagamos cuenta que dentro de nosotras está un palacio de grandísima riqueza, todo su edificio de oro y piedras preciosas, en fin, como para tal Señor; y que sois vos parte para que este edificio sea tal, como a la verdad es así, que no hay edificio de tanta hermosura como una alma limpia y llena de virtudes, y mientras mayores, más resplandecen las piedras; y que en este palacio está este gran Rey, que ha tenido por bien ser vuestro Padre; y que está en un trono de grandísimo precio, que es vuestro corazón.” (CV 28,9).

Así, la dignidad el ser humano radica, en que no está hueco en lo interior, sino que está habitado por el mismo Creador: “…acaecíame en esta representación que hacía de ponerme cabe Cristo, que he dicho, y aun algunas veces leyendo, venirme a deshora  un sentimiento de la presencia de Dios que en ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí o yo toda engolfada en Él.” (V 10,1).

Lo sabe por experiencia, porque lo vive, Dios se comunica, se da a conocer.  Ella se va dejar abrazar por el misterio divino “…más me cubría el Señor de aquella suavidad y gloria, que me parecía toda me rodeaba y que por ninguna parte podía huir…”  (V 24,2).

Experimentarse como morada de Dios le da una nueva imagen de sí misma, y una nueva actitud ante la vida. No basta sólo reconocerle como Dios, sino que Dios se le propone como el Amigo y compañero de camino: “Parecíame andar siempre a mi lado Jesucristo…sentíalo muy claro, y que era testigo de todo lo que yo hacía, y que ninguna vez que me recogiese un poco o no estuviese muy divertida  podía ignorar que estaba cabe mí. (V 27,2).

Es tanta la dignidad del ser humano que el mismo Dios viene a “regalarse” con él (cf. Vida 8, 9), Dios busca descansar y gozar de la compañía del hombre.

Teresa se lamentará de la ignorancia en la que viven muchas personas, al no ser consciente de semejante riqueza: “¿No sería gran ignorancia…que preguntasen a uno quién es, y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni su madre ni de qué tierra? Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación es mayor la que hay en nosotras cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino que nos detenemos en estos cuerpos, y así a bulto, porque lo hemos oído y porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas. Mas qué bienes puede haber en esta alma o quién está dentro en esta alma o el gran valor de ella, pocas veces lo consideramos; y así se tiene en tan poco procurar con todo cuidado conservar su hermosura: todo se nos va en la grosería del engaste o cerca de este castillo, que son estos cuerpos.” (1M 1,2).

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Todo esto es un regalo de Dios, y la auténtica humildad consiste, en que a pesar de nuestra limitación, sepamos abrirnos a para acoger su gracia: “¡Donosa (chistosa) humildad, que me tenga yo al Emperador del cielo y de la tierra en mi casa, que se viene a ella por hacerme merced y por holgarse conmigo, y que por humildad ni le quiera responder ni estarme con El ni tomar lo que me da, sino que le deje solo. Y que estándome diciendo y rogando le pida, por humildad me quede pobre, y aun le deje ir, de que ve que no acabo de determinarme!” (CV 28,3).

 

Siglas: V: Libro de la vida CV: Camino de Perfección, Valladolid M: Moradas

 
 
 

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