Queridos hermanos y hermanas, iniciamos este triduo a San José en un año especial en el que celebramos el 150 aniversario de su Declaración como Patrono de la Iglesia Universal. En este marco festivo y considerando la importancia de San José en la vida de la Iglesia y de la Orden del Carmelo Descalzo, en este primer día reflexionaremos acerca de tres cualidades que se nos mencionan de José en la Sagrada Escritura, en particular en los evangelios.
Hombre de fe
La primera cualidad que observamos en la Escritura de San José es su fe inquebrantable. Su vida fue un acto continuado de fe aun en las circunstancias más oscuras y humanamente difíciles. Pensemos por ejemplo en la situación cuando María estaba encinta por obra del Espíritu Santo y él debía tomar una decisión (Mt 1, 18-24), al final Dios le manifiesta su voluntad y José sin reparos cree y acepta los designios de Dios. Esta fe que José tuvo le hizo ser un hombre justo (Mt 1, 19), justicia que consiste en una total pureza de corazón y de vida y una total adhesión a Dios y a su voluntad. En José se cumple la escritura que dice “el justo vivirá por la fe” (Rm 1, 17).
El testimonio de José, hombre de fe, debe también animarnos e impulsarnos en nuestro camino de fe. La acogida de la voluntad divina, su confianza, su determinación a hacer su voluntad son virtudes que debemos hacer crecer en nosotros continuamente. Tenemos los medios para hacerlo, (palabra de Dios, sacramentos, acontecimientos de vida…) es cuestión de valernos de ellos para hacer crecer nuestra fe. Y sobre todo también contamos con la intercesión de este gran santo.
Hombre obediente
Un signo de la fe es la obediencia y esto también se demuestra en la figura de José. La apertura a la voluntad divina implica la respuesta de la obediencia, y esto esta presente en todos los momentos de la vida de José que se nos narran en el Evangelio: tomar a María como esposa (Mt 1, 20), poner el nombre de “Jesús” al niño (Mt 1, 21), levantarse y tomar a la madre y al niño para ir a Egipto (Mt 2, 14), regresar a Israel (Mt 2, 21). Esa obediencia no puede estar fundamentada en otra cosa que en el amor, José ama a Dios con todo su corazón, con toda su alma, con todas sus fuerzas.
José, hombre obediente, nos invita entonces a obedecer, a aceptar humildemente la voluntad de Dios en nuestra vida, aunque eso implique esfuerzos, sacrificios, incomodidades, renuncias. Incluso aunque no comprendamos o se nos haga muy difícil creer y confiar. Jesús mismo nos dijo que “el que me ama guardará mi palabra” (Jn 14, 15). Pidamos a Dios por intercesión de San José una obediencia humilde y confiada.
Hombre servidor
La respuesta a la fe que implica obediencia es el servicio. Y San José es un modelo ejemplar de servicio generoso a Dios, a su esposa María y su hijo Jesús. La misión de José es servir en la introducción del hijo de Dios en la historia (Mt 1, 16), como descendiente de David en cumplimiento de las profecías hechas al pueblo de Israel. También como parte de eso está dar el nombre al niño (Lc 2, 21), tutelarlo y proveerle sustento. De igual manera su misión será la de ser custodio y protector de la Sagrada Familia, tarea que él realizó con la más humilde y generosa entrega. De nuevo el amor es el que está de fondo en esta actitud de servicio, una entrega semejante es prueba de un amor perfecto.
José, hombre servidor, nos motiva a entregarnos a Jesús con un corazón generoso cada día. En lo poco o en lo mucho que nos toca hacer, debemos entregarnos del todo. En el trabajo, los estudios, la familia, la comunidad, la Iglesia la invitación y la intercesión de José es hacer nuestra parte con la mejor disposición y alegría.
No cabe duda que José es testimonio de verdadera santidad. Y en este triduo y en este año especial pidámosle a el que nos ayude a vivir nuestro propio proceso y que acreciente en nosotros lo que más necesitamos para seguir y servir a Cristo.
Para reflexionar:
¿Qué cualidad de San José siento que Dios me está invitando a acrecentar? ¿Por qué?
¿Qué cosas concretas puedo hacer para acrecentar esa cualidad?
コメント