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SANTA MARIA DE JESÚS CRUCIFICADO

“LA PEQUEÑA NADA” QUE NOS ENSEÑA HUMILDAD Y OBEDIENCIA

(25 de agosto)

(1846 – 1878)


Nuestra querida Santa María de Jesús Crucificado (La Arabita), es tan humilde, que hasta entre nosotros es poco conocida.


“La pequeña nada”, como ella misma se definía, brilló por su profunda humildad. Dios le había mostrado bien su vacío, a tal punto que nunca se sintió tentada por la vanidad. Ante la alabanza, como la desaprobación, decía: “Soy lo que soy ante Dios. Solo soy pecado, miseria e ingratitud. ¡Dios mío, tened misericordia! Conjurad al cielo y la tierra por mí, para salvarme. No gozo de ninguna gracia por mi iniquidad”.


También decía: “La humildad tiene la luz de Dios, permite que veamos a Dios. Si caéis en el pecado, no os desaniméis sino volveos a levantar con la cabeza baja. Dichoso el hombre que busca la inferioridad pues el infierno entero podría estremecerle”.


A la par de la humildad vivía en obediencia: “No hay que vacilar. Dios no ama a un alma que no obedece, que no somete su juicio. No hay que regatear con Jesús. Si hacéis algo por él, hacedlo por completo: no le agradan las cosas a medias. Un alma que no le da todo, es como un alma tibia, y Jesús la rechaza”.


Dijo en numerosas ocasiones: “Dios mío siempre que llegue a vos, estoy preparada para para pasar por el agua, por el fuego, incluso por el mismo infierno si así lo deseáis. ¡Estoy despuesta a todo si al final os encuentro a vos!”.


Y en otro momento comenta: “El Señor me ha hecho ver el infierno y me ha dicho: En el infierno hay todo tipo de virtudes, pero no hay humildad; y en el cielo hay toda clase de defectos, pero no hay orgullo”.


Ella daba vuelta una y otra vez al pequeño Libro de la Regla y Constituciones en sus manos. Decía que toda nuestra perfección y santificación se encontraba en la práctica exacta de lo que estaba escrito en aquel pequeño libro. Lo que nos hace un llamado directo a la obediencia a la Orden.


Esas virtudes hicieron de Mariam una mujer que leyó desde Dios las cruces de su vida, la cual estuvo llena de sufrimientos desde su infancia, ella considera que es Dios quien eligió para ella la cruz. Al respecto dice: “Estoy contenta. Jesús que ha elegido la cruz para mí, ahora está obligado a ayudarme a llevarla”.


Vivió un sin numero de fenómenos místicos, tales como: estigmas, profecía, tenía conversaciones con ángeles y los santos, sin embargo, decía que todo lo que necesitamos saber del Señor está en su palabra y que eso bastaba.


Una vez, una hermana deseaba preguntarle algo, pero no osaba hacerlo, así que ella respondió a sus pensamientos diciendo: “No necesitamos pedir consejo, tampoco desear oír la palabra de un ángel. Ya tenemos los mandamientos y las reglas, todo está escrito. Tenemos el camino trazado ante nosotros, pero hay que andar y andar por el camino recto. Si vais por el lado o si os quedáis aquí en el suelo, ¿de qué sirve la luz? Pero si andáis por el camino correcto que está trazado delante de vos, tendréis la luz. Veréis cómo las piedras y los obstáculos ya no están. Jesús cuidará de vos, os protegerá”.


Con todas estas palabras expresadas por Santa María de Jesús Crucificado, le pedimos que interceda por cada uno de nosotros, para que el Señor envíe su Espíritu Santo y crezcamos en humildad y obediencia.


Oramos con la santa:


Espíritu Santo, inspiradme;

amor de Dios, consumidme;

por el buen camino guiadme;

María, mi Madre, miradme;

junto a Jesús, bendecidme;

de todo mal, de toda ilusión,

de todo peligro, protegedme”.

Amén


¡Feliz Día de Santa María de Jesús Crucificado!


Martha Murcia, ocds

Comunidad Santa Teresa de Los Andes

Panamá

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