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Duelo en la Pascua

El lunes de la octava de esta Pascua Jubilar, muere el Papa Francisco, el Papa de la cercanía, compasión y ternura.



Una de los detalles importantes en sus doce años en el gobierno de la Iglesia católica es, que como Sumo Pontífice siguió siendo Jorge Mario Bergoglio, no dejó de ser "él"; cercano, acogedor, compasivo. Era su estilo, y muy consciente que este es el estilo de Dios.


Los medios volcados en este rostro de la Iglesia


Es impresionante la reacción de todos los medios de comunicación, desde el momento en que el cardenal Kevin Farrel, camarlengo de la Iglesia católica, diera la noticia, poco antes de las 10 de la mañana de este lunes 21 de abril, expresando el dolor en su mirada.

"Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7.35 de esta mañana, el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia" (Mons. Kevin Farrel)

Fueron sus primeras palabras, y continuó después resaltando su labor pastoral a lo largo de estos doce años de pontificado. El video que registra este momento en la residencia de santa Marta en el Vaticano, ha sido reproducido miles de veces en todo el mundo.

En España, a partir de ese minuto la televisión levantó su programación habitual, para dar espacio a la información de primera hora sobre esta noticia. y no tengo ninguna duda de que en todo el mundo ocurrió así.

Luego, a lo largo de las sucesivas jornadas, martes y miércoles, algunas cadenas televisivas han trasmitido especiales del Papa Francisco y muchos periodistas se han desplazado a ciudad del Vaticano, para ser testigos e informar de lo que allí está ocurriendo.

El rostro del Papa Francisco es portada en los periódicos y revistas. Aquí en Navarra, mi lugar de residencia, estos tres días; martes, miércoles y jueves, miro el periódico, en su portada aparece la noticia en primera plana, los tres días. El primer día con un suplemento especial de treinta y dos páginas, una foto de treinta y ocho por veinticinco centímetros, donde él imparte su bendición.



Las televisiones y las radios, no digo nada de las redes sociales, están volcadas en estos días en una tarea, que parece ser para todos, fundamental, recordar la figura del Papa Francisco, y cómo marcó la historia. Los periodistas nos trasmiten imágenes y testimonios de los miles de fieles que lloran la muerte del Papa.

Hoy jueves me ha impresionado una religiosa, amiga del Papa, que ayer se saltó el protocolo, mientras los cardenales y obispos le daban su último adiós. Ella permaneció en uno de los lados donde colocaron el féretro, para llorar y rezar, tranquila. Nadie se atrevió a decirle que ese no era su lugar, allí permaneció durante varios minutos. Se trata de la hermana Geneviève Jeanningros, 81 años, de la Congregación Hermanitas de Jesús. Ella condujo al Papa hasta los feriantes y transexuales de Roma, estableciendo con él esa complicidad de la misericordia, que da tanta alegría a estos hermanos nuestros que llevan en sus espaldas una gran dosis de sufrimiento.


La hermana Geneviève despidiéndose del Papa Francisco
La hermana Geneviève despidiéndose del Papa Francisco

Sorpresa


¿Nos causó a todos mucha sorpresa la muerte del Papa Francisco?

Pues, sí, fue una sorpresa, aunque sabíamos que no estaba bien de salud, no esperábamos una muerte tan insólita, pues le vimos el domingo dando la bendición "Urbi et Orbi" a los 35.000 fieles que se congregaron en la plaza de San Pedro, y escuchamos consternados su saludo: "Queridos hermanos y hermanas, ¡buena Pascua!"


Esa frase, es el saludo típico aquí, en estos días de celebración, yo lo he experimentado en mi monasterio; llaman a la puerta, salgo a atender a la persona, y en la despedida un "buena Pascua".

El domingo le oímos al Papa, saludarnos a todos, y no pensamos que en menos de veinticuatro horas ya no estaría en este mundo. Ayer, cuando era llevado en procesión por la plaza de san Pedro desde la residencia santa Marta hasta la Basílica, con el repique de las campanas y el canto de las letanías, que de verdad sobrecoge el corazón, yo recordaba que había sido llevado en su papamóvil por esta misma plaza el domingo, donde había unos treinta y cinco mil hermanos nuestros recibiendo su bendición, y nada les hacía presagiar que al día siguiente la consternación se apoderaría de todo el mundo por su inesperada partida.


Buena Pascua


Fueron sus ultimas palabras dirigidas a todo el mundo católico, acompañadas de su bendición, con la cual se concede la indulgencia plenaria (perdón de los pecados) a quienes la reciben.

Uno de los titulares que veo en el periódico dice: "Adiós a un Papa inagotable y revolucionario".



¡Cuánta razón tiene el periodista que escribió este artículo! Jorge Mario Bergoglio ha sido un hombre que lo ha entregado todo, hasta el límite de sus fuerzas. Saber esto nos permite comprender su trayectoria en la última semana de su vida en la tierra, como el jueves santo, que visitó a los presos en la cárcel Regina Coeli, aunque no pudo hacer el lavado de pies como todos los años anteriores. Fue su última salida de la casa Santa Marta.

Su sufrimiento en esta semana Santa ha sido, no poder presidir ninguna celebración litúrgica del Triduo Pascual. Sabemos que al salir del hospital Gemelli de Roma los médicos le dijeron que tenía que hacer reposo durante dos meses, y el 21 de abril, día de su muerte, aun no se cumplía un mes de recibir el alta y trasladarse a su residencia de Santa Marta. Le prohibieron tener contacto con las multitudes, e hizo todo lo contrario, salió de la casa Santa Marta para encontrarse con los fieles y bendecir a los niños. El domingo vivió también la última visita diplomática, pero en un carácter de cortesía, del vicepresidente de Estados Unidos con su esposa, ambos se encontraban celebrando la Pascua en Roma.

Creo que el Papa Francisco quiso despedirse de su Iglesia de esta forma que nos sorprendió a todos, él estaba preparado para partir a la casa del Padre. Lo ha hecho deseándonos a todos, "buena Pascua". Y esta primera semana está siendo muy especial, en el duelo evidentemente, pero es un duelo inundado por la esperanza, esa esperanza predicada por él, en tantos momentos que vienen a nuestra memoria.




Una mujer de Pamplona, sin saber que había fallecido el Papa Francisco, oyó las campanas de la catedral y exclamó con fuerte voz: "tocan a muerto el día de la Resurrección", y su rostro revelaba el asombro que le produjo esto, "tañido de difuntos en el día de la Vida". Pero la Palabra de Dios en la liturgia del lunes de la octava de Pascua -21 de abril-nos habla del sepulcro vacío que desafía la lógica humana. La voluntad de Dios se cumple, y esta provoca en los creyentes una profunda alegría. Nuestro duelo como Iglesia es como ese sepulcro vacío, un momento de reconocer la revelación de Dios en la vida de la barca de Pedro, nuestra amada Iglesia.

Solo debemos dar gracias a Dios por el Papa Francisco, unirnos en oración por él y por la Iglesia, como peregrinos de la esperanza en este año jubilar. Una Iglesia que camina continuamente a lo largo de la historia, "hacia la meta última y maravillosa, que es el Reino de los cielos". (Papa Francisco)


"Qué será de nosotros después de la muerte?

Mas allá de este umbral está la vida eterna con Jesús, que consiste en la plena comunión con Dios, en la contemplación y participación de su amor infinito. Lo que ahora vivimos en la esperanza, después lo viviremos en la realidad". (Peregrinos de la Esperanza del Papa Francisco)



Él ya vive esa hermosa realidad, en la plena comunión con Dios. Y como decía San Agustín: "Cuando me haya unido a Ti con todo mi ser, nada será para mí dolor ni pena. Será verdadera Vida mi vida, llena de Ti".

El Papa Francisco hablaba de esa felicidad que se realiza definitivamente en aquello que nos plenifica, es decir en el Amor. Él, ahora vive la certeza, "de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor". (Rm. 8, 38-39)

Se ha marchado de la tierra, ya no le veremos más, pero la tecnología hoy nos regala esa gracia de quedarnos con su voz, sus mensajes de vida, fe y esperanza. Tenemos esa facilidad de acceder a todos los registros que nos quedan de su persona, su magisterio, sus consejos. "No pierdan la alegría", nos dijo muchas veces, y cada vez que alguien le hacía una pregunta, la sabiduría de su experiencia brotaba al instante con una respuesta convincente, creando esa capacidad en nosotros, de transformarlo todo para nuestro bien.

Un hombre humilde, que se consideraba un "desgraciado a quien Dios le tuvo mucha misericordia". Dijo esta frase a una periodista que le preguntó cómo quería ser recordado en la tierra. Y quien experimenta la misericordia de Dios es un ser poseedor de un corazón misericordioso. Muchos comentaristas en los medio estos días le llaman "el Papa de los pobres", "el Papa cercano y acogedor".




Despedida


Y llega el viernes de la octava de Pascua, la Liturgia hoy nos invita a reflexionar sobre la pesca milagrosa en el desconcierto y el asombro de los apóstoles en una noche de luz, por la presencia de Jesús resucitado. Cuando les pregunta, ¿no habéis pescado nada?, lo hace, invitándoles a reconocer su necesidad, para luego acoger la manifestación de su amor, esa provisión divina que supera todas las expectativas, cuando hacemos su voluntad.

Con la muerte del Papa Francisco pareciera que nuestras redes se han quedado vacías, pero rápidamente esas redes se van llenando de amor, de comunión, despertando la esperanza y la confianza en Dios. La resurrección de Jesús es una victoria sobre la muerte, y en esta alegría pascual estamos llamados a ser testigos de esta verdad.

Vamos juntos, nosotros desde lejos, con aquellos que hoy se dan cita en la plaza de San Pedro en el Vaticano. Y mañana todos estaremos allí, con espíritu de fe, en la celebración de su funeral. Más de 1.400 millones de fieles en todo el mundo seguiremos la trasmisión de los medios de comunicación, hagámoslo con esa certeza de saber, que más allá del umbral, está la vida eterna, donde él goza ahora de esa plena comunión con Dios.




Conclusión


Como hermanos e hijos de un mismo Padre, unámonos en oración por nuestra Iglesia, por el próximo conclave, para que el Espíritu Santo, como escribió el Papa Francisco, sea esa "vela que la impulse y la haga avanzar en el mar de la historia, ¡hoy como ayer!"

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